Fraude de 25 millones de dólares perpetrado por una red criminal de pastores evangélicos en el país suramericano. El líder de esta operación fraudulenta, Osório José Lopes Júnior, de 43 años, se ha ganado el título de “falso profeta” al explotar la fe de sus seguidores y llevar una vida de lujos mientras exigía pagos a sus fieles.
Las autoridades brasileñas han lanzado la Operación “Falso Profeta”, movilizando a aproximadamente 100 agentes para investigar este esquema fraudulento que ha dejado a miles de personas afectadas tanto dentro como fuera de Brasil. Según las investigaciones, Lopes era el líder de una red de 200 pastores que estafaron a alrededor de 50,000 personas.
El modus operandi de esta red criminal consistía en utilizar su posición como líderes religiosos para persuadir a sus fieles a invertir en operaciones financieras y proyectos de caridad de origen dudoso. A cambio, prometían ganancias extraordinarias, como la posibilidad de obtener una fortuna a partir de una inversión modesta de 25 reales (alrededor de cinco dólares). Para ganarse la confianza de sus seguidores, utilizaban sin autorización los logotipos del Banco Mundial y del Banco do Brasil. Además, creaban entidades jurídicas ficticias para simular el respaldo de instituciones financieras de renombre.
La red criminal también se valía de teorías conspirativas para convencer a sus fieles, como la infame “Nesara Gesara”, que se refiere a un conjunto de reformas económicas supuestamente propuestas en los años 90 en los Estados Unidos, pero que nunca fueron presentadas ante el Congreso. A lo largo de sus cinco años de actividad, esta banda logró movilizar más de 156 millones de reales (aproximadamente 30 millones de dólares) y establecer 40 empresas ficticias junto con 800 cuentas bancarias ilegítimas.
Las autoridades califican este fraude como uno de los mayores jamás investigados en Brasil, ya que las víctimas provenían de diferentes estratos sociales y se encontraban en prácticamente todas las regiones del país. La Operación “Falso Profeta” sigue en marcha, y se espera que los responsables enfrenten graves consecuencias legales por sus acciones fraudulentas, que han dejado una profunda herida en la comunidad religiosa y en la sociedad en general.