Ambato, es una ciudad ubicada entre montañas, campos, valles y sobre todo por el magnífico volcán Tungurahua, que es cobijada por el frio, las aves y las nubes, mismos que hacen de este un paisaje inigualable. Además, sus tierras productivas recrean un espacio pintoresco entre la belleza de las flores y la dulzura de sus frutas, convirtiéndola en una de las ciudades referentes a nivel del Ecuador. Y no se diga de su gente, quienes año tras año han hecho honor a los líderes representativos, que marcaron un antes y un después en la cuna ambateña. Sin embargo, tras el devastador terremoto suscitado en 1949, esta ciudad ha logrado surgir con lucha, dedicación y humildad, pues desde aquel episodio, Ambato es ejemplo de fortaleza y unidad, dentro de la cultura, tradición, costumbres, música, comida y arte.
Ambato ha surgido hacia nuevos horizontes de trabajo, progreso y desarrollo, gracias al entusiasmo, voluntad y corazón de los ambateños. Un modelo de esto, es la parroquia Atocha que, desde sus orígenes en 1661, ha sido un lugar que da vida, movimiento comercial y turístico a una parte de la ciudad.
En ella se levantan las quintas de Juan León Mera y el Jardín Botánico La Liria, pero sobre todo esta rodeada de pequeños negocios de comida que, con la presencia de muchos comensales, la convierten en un gran espacio familiar para compartir tradición y sabores espectaculares de esta bella tierra.
Una de las delicias, que se elabora en Atocha, es la colada morada, una bebida que combina lo dulce de las frutas, lo mágico de las especias y lo especial de la harina de maíz negro, dando como resultado una fragancia que endulce el olfato, que satisface la mirada y aviva el paladar de las personas, que pasan por este bello lugar y que mejor de quienes acceden a estos locales ubicados al frente de la Unidad Educativa San Pío X, convirtiéndola en un barrio maravilloso entre comida, gente, música, naturaleza y tradición.
La auténtica colada morada es un manjar que se disfruta, una vez al año en el día de los difuntos, una tradición que ecuatorianos celebran hace más de cinco mil años. Lo especial de este sitio es que, se prepara esta deliciosa bebida los 365 días del año a cualquier hora, por lo que, ya no es necesario esperar al día de los difuntos para consumirlo, convirtiendo a la parroquia Atocha en la cuna de esta bebida tradicional, que hace honor al nombre de la tierra de las flores y las frutas, pero sobre todo a los agricultores ambateños y a sus campos que son muestra de fertilidad.
Han pasado 103 años, desde la primera venta de esta bebida que, como menciona, César Ronquillo de 42 años de edad, comerciante de unos de los locales ubicados en Atocha “es un momento donde la familia se reúne y comparte gratos recuerdos que quedan plasmados en el corazón de cada uno”. Este siendo el mayor de cuatro hermanos, quienes tomaron la batuta del negocio, tras la muerte de sus padres Mariana Soto y César Ronquillo, a causa de la pandemia por el Covid 19, se convirtieron en la segunda generación dedicada a compartir a propios y extraños lo bonito de Ambato, a través de la comida.
Ronquillo expresa que, es la persona encargada de preparar la colada morada, pues es conocido en la familia como el “chef” pues, con sus manos hace de la cocina un espectáculo entre los ingredientes y el amor que le pone en cada preparación. Durante los 3 años que ha tomado el mando del local, se preocupa mucho por el sabor y consistencia que tiene la colada, pues él trata de que cada bocado del comensal sea un granito de confianza al negocio familiar.
Uno de los secretos de César, al preparar la colada morada es, la utilización de la harina de maíz negro que proviene de los campos de Ambato. De igual manera, se preocupa por tener las frutas frescas como: mora, piña, babaco, naranjilla y fresas, pero también toma importancia las especias como: pimienta dulce, hierva luisa, ishpingo, con el fin de que el sabor sea único y distintivo para los comensales.
Atocha recibe día a día, a más de 300 comensales que disfrutan de la colada morada, pero también existen personas que compran la bebida para llevar a sus familias que están en otros lugares. “Nuestro producto ha llegado a Colombia, Perú, a la Costa y Amazonia del Ecuador, que por cierto es conocido como la crema lila”, menciona Cesar, recalcando que ellos por satisfacer las necesidades de quienes van a viajar, congelan la colada morada y así los familiares puedan sentir el sabor 100% ambateño.
Los negocios que se dedican a la venta de este deleite, mantienen la familia unida, puesto que todos los días, son sobrinos, cuñadas, cuñados, hermanos y hermanas, que echan la mano en la preparación, venta y satisfacción del cliente, pero sobre todo tratan de cumplir los “caprichitos” del comensal, ofreciendo empanadas de viento que son rellenas de queso, pollo, carne o camarón, el acompañante ideal para deleitar la deliciosa colada morada.
Durante la preparación de este manjar, es magnífico sentir y presenciar como el olor de dicha bebida, se extiende por los aires y logra cautivar a las personas. Tal es el caso, de varias personas que realizan actividades por el sector, que comentan que con el olor ya les da “ganitas” de comprar un vaso de colada y quedarse sentado observando la naturaleza de Atocha.
Por otro lado, Cecilia Galarza de 53 años, dueña de uno de los locales comerciales de venta de colada morada, es una de las ambateñas que se dedica a la venta de esta bebida inigualable. Se considera una mujer luchadora y de respeto, pues se hizo cargo del negocio que inicialmente era de su suegra, mismo que ha funcionado por más de 58 años. Ella exactamente va 25 años haciendo honor, a la última palabra de la madre de su esposo, que era continuar impartiendo esta costumbre a sus nietos y bisnietos.
“Donde hay unión y ganas de salir adelante, motiva a uno a seguir en el arte de trasmitir costumbres y sobre todo sabores”, menciona Cecilia. Ella es miembro de la Asociación 2 de Noviembre, conformada por 22 personas que se dedican netamente a la venta de la colada morada, a partir de las 07h00 hasta las 22h00 todos los días de la semana.
Galarza, como los demás vendedores, procura que los ingredientes se encuentren en buen estado y sean de calidad, esto con el propósito de resguardar la salud de los comensales. Héctor Ortega, presidente de la asociación, realiza controles dentro y fuera de los locales, con el fin de que la colada morada sea recordada en los clientes por su sabor delicioso y el ambiente familiar, que dichos negocios ofrecen.
Cecilia, menciona que una de las características de este lugar son los costos accesibles. Propios y extraños, pueden comprar el vaso de colada morada, a partir de 50 centavos, panes a 15 centavos y las deliciosas empanadas desde los 25 centavos. Precios aptos para el bolsillo de cualquier persona, de modo que los visitantes puedan llenar su estómago, llevarse una grata sensación y alegrar su corazón.
Ver la felicidad en el rostro de los comensales, es el pago más grande que pueden recibir los vendedores, ya que, aparte de su paga, prefieren ser recomendados a otras personas, y que la tradicional colada morada no sea vista como una simple bebida, sino más bien siga siendo una referente dentro de la cultura gastronómica en el Ecuador.
Es evidente como dichas historias de unión y amor familiar, se muestran y se viven diariamente en estos locales pequeños, que sin dunda dejan claro ejemplo de lucha constante y de un corazón inmenso de seguir con el legado de sus padres y abuelos.
Atocha, una tierra de gente trabajadora espera por ti, para que puedas disfrutar de esta delicia, que no solo dará vida a tu cuerpo, sino también a los sabores y colores que esta comprende. Este lugar es reflejo de lucha y constancia, de los pioneros en la preparación de la colada morada, quienes dejaron plasmado ardua labor, para que las nuevas generaciones sigan impartiendo tradición, cultura, productividad, desarrollo, arte y cocina, pero sobre todo unión familiar.
Por: Arroyo Melany, Bejarano Fernanda, Lagua Verónica y Llumiquinga Génesis