Los casos de extorsión en Ecuador han alcanzado cifras alarmantes durante el último año, indicando un crecimiento preocupante de actividades delictivas por parte de bandas criminales fragmentadas en el país en busca de nuevas fuentes de ingresos.
Según datos proporcionados por la policía ecuatoriana a InSight Crime, la extorsión ha experimentado un aumento del 65% entre 2022 y noviembre de 2023, marcando un incremento del casi 400% desde 2021.
Este auge de casos se ha visto acompañado por actos de violencia extremadamente brutales y despiadados. Un incidente reciente evidencia esta escalada: miembros de un grupo criminal anónimo lanzaron una granada en una escuela de la ciudad portuaria de Guayaquil a principios de diciembre. Este fue el segundo ataque violento contra la escuela desde que recibió una demanda de extorsión de 10.000 dólares en octubre.
“Si no pagas, te tiran una bomba, te disparan. Y por eso, la gente está cerrando sus negocios”, compartió Juan Jaramillo, experto en seguridad ecuatoriano y ex comandante de la policía en la frontera norte del país.
InSight Crime ha investigado el fenómeno, hablando con una docena de expertos en seguridad y funcionarios policiales para entender los factores detrás de esta crisis de seguridad en Ecuador.
La policía de Ecuador clasifica la extorsión en cuatro categorías: virtual, común, sexual y vacuna, cada una con dinámicas criminales diferentes. La extorsión virtual ha experimentado el mayor incremento, siendo identificada por llamadas telefónicas o mensajes en línea, a menudo originados desde prisiones, incluso por individuos no asociados a grupos criminales conocidos.
La extorsión común, considerada como delitos de oportunidad, abarca desde secuestros exprés hasta robos con demandas de rescate. En tanto, la extorsión sexual, a pesar de mostrar una disminución estadística, es difícil de rastrear dada la naturaleza sensible del material en juego.
El tipo de extorsión conocido como “vacuna” ha crecido significativamente durante el último año, requiriendo pagos periódicos o enfrentando daños físicos o a la propiedad. Este tipo de extorsión está más asociado con grandes grupos criminales en Ecuador, como los Choneros, Lobos y Tiguerones.
Expertos sostienen que estas organizaciones criminales, históricamente dedicadas al narcotráfico, han ampliado sus actividades hacia la extorsión como nuevo mercado para financiar sus operaciones, dado el cambio en el tráfico de cocaína y las luchas internas dentro de estos grupos.
La fragmentación de las pandillas, marcada por conflictos internos y masacres, está dejando un número creciente de pequeñas bandas compitiendo por el control territorial y económico, lo que sugiere un probable aumento en los casos de extorsión en el futuro.
La creciente inseguridad y violencia también han llevado al resurgimiento del reclutamiento de niños en actividades delictivas, lo que alimenta aún más el ciclo criminal. La pobreza y la falta de oportunidades impulsan a jóvenes vulnerables hacia el crimen organizado, ofreciéndoles acceso a armas y entrenamiento, lo que perpetúa la extorsión como una fuente de ingresos inmediata.
En resumen, la extorsión en Ecuador ha evolucionado en múltiples formas, alimentada por la fragmentación de pandillas, cambios en el tráfico de drogas y la perpetuación de un ciclo criminal complejo que parece desafiante de revertir en el corto plazo.
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