Los residentes de La Gasca, un barrio de Quito, se encuentran consternados y preocupados luego de que la quebrada El Tejado se desbordara el pasado 2 de abril de 2024, tras intensas lluvias que azotaron la ciudad en días anteriores. Este incidente evocó inevitablemente la tragedia ocurrida el 31 de enero de 2022, donde perdieron la vida 28 personas. Dos años y dos eventos naturales que, aunque de menor magnitud esta vez, reavivaron el temor en la comunidad.
El desborde de la quebrada causó la muerte de una persona, marcando una diferencia significativa en comparación con el evento anterior. Sin embargo, para los residentes de La Gasca y La Comuna, el riesgo latente en el que viven y la aparente falta de medidas preventivas por parte de las autoridades, genera una sensación de inseguridad y desconfianza.
Karina Vela relata que alertó a las autoridades sobre la acumulación de agua en la parte alta de la quebrada a las 10:30 del 2 de abril, pero la respuesta fue tardía. Los organismos de socorro solo actuaron cuando el agua, el lodo y los escombros comenzaron a descender a gran velocidad por las calles del sector alrededor de las 13:00.
El alcalde Pabel Muñoz llegó poco después para evaluar los daños junto a funcionarios del Cuerpo de Bomberos y otras entidades. Según Muñoz, la única víctima fue un motociclista arrastrado por el agua. Sin embargo, para Leda Aparecida dos Reis, residente del área afectada, es lamentable que las autoridades no hayan tomado medidas para prevenir una nueva tragedia, como un mantenimiento adecuado de las quebradas del sector.
Aunque el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) de Quito afirmó que el desastre fue de menor escala gracias a intervenciones recientes en la quebrada, los residentes insisten en la necesidad de acciones preventivas más efectivas por parte de las autoridades municipales.
A pesar de la adversidad, el espíritu de solidaridad entre los residentes de La Gasca resurgió una vez más. Con herramientas básicas, salieron a las calles para limpiar los escombros y brindar ayuda a quienes resultaron más afectados. Sin embargo, la incertidumbre y la pregunta sobre quién responde por estas desgracias permanecen latentes entre la comunidad.