Tras el rompimiento de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador, ocasionado por el asalto a la Embajada Mexicana en Quito, la repercusión se ha limitado a la adhesión de solo dos países: Nicaragua y Venezuela.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, anunció en una conferencia realizada el 16 de abril la decisión de cerrar la Embajada de Venezuela en Quito junto con sus consulados en las ciudades de Quito y Guayaquil. Esta determinación se tomó como respuesta directa al asalto sufrido por la Embajada Mexicana y en solidaridad con el gobierno de Andrés López Obrador.
Durante una reunión virtual de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Maduro reafirmó su apoyo a México, a pesar de la considerable presencia de migrantes venezolanos en Ecuador, que ascienden a casi medio millón.
El mandatario venezolano instruyó al encargado de Negocios de la misión diplomática venezolana en Ecuador, Pedro Sassone, a retornar de inmediato a su país hasta que se restablezcan las condiciones que garanticen el respeto al derecho internacional de manera clara y explícita.
Maduro no escatimó en calificar el asalto a la Embajada Mexicana como un acto de barbarie, condenando la agresión al personal diplomático y la detención del exvicepresidente Jorge Glas. Además, exigió que se le restituya a Glas su estatus de asilado político en la Embajada de México para que pueda recuperar su salud física tras las presuntas torturas sufridas.
Este quiebre en las relaciones diplomáticas, que ha llevado a la salida del personal diplomático de Venezuela de Ecuador, es uno de los pocos movimientos que han surgido como consecuencia directa del asalto a la Embajada Mexicana.