La convivencia diaria en una ciudad implica respeto y buenas costumbres; al menos así nos han enseñado. Sin embargo, en los últimos meses, la “nueva historia” de Ambato parece contar una realidad diferente: arbitrariedades, acomodos y suspicacias en algo tan simple como el ornato de la ciudad.
Pasos elevados, viaductos y señalética horizontal del cabildo, destinados a anunciar conciertos, shows chicheros y celebraciones de empresas privadas, se han convertido en una práctica común desde el famoso concierto de Romeo Santos. Estos espacios, originalmente destinados a señalizar vías, advertencias de tránsito y a hacer más armónico el tráfico, hoy en día tienen otro fin.
¿Dónde están la Dirección de Tránsito Municipal, los Servicios Públicos, los concejales y demás entes encargados de controlar estos abusos? La falta de acción de estos organismos ha permitido que estas prácticas se vuelvan una mala costumbre, dejando a los ciudadanos con la sensación de que hay “gato encerrado” o, al menos, una explicación que aún no se ha dado a conocer.
Como dice el refrán: No solo hay que serlo, sino parecerlo. La ley debe ser para todos, no solo para los “giles”. La situación actual refleja un descontrol en la gestión de los espacios públicos, perjudicando la funcionalidad y el ornato de la ciudad. Es imperativo que las autoridades tomen cartas en el asunto y aseguren que estos espacios vuelvan a cumplir su propósito original, beneficiando a todos los ciudadanos por igual.
Esta es la #NuevaHistoriaDeAmbato, una historia que necesita ser corregida para garantizar el respeto y las buenas costumbres en el uso de los espacios públicos.
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