En las cárceles de Guayaquil, la situación alimentaria ha alcanzado niveles críticos. Con 12.600 presos en el complejo carcelario de la ciudad, la falta de pago al proveedor de alimentos dejó a los internos sin servicio de comida desde el pasado viernes. Como resultado, los privados de la libertad se enfrentan a la dura realidad de sobrevivir con apenas una comida al día.
La Penitenciaría del Litoral, ubicada al norte de Guayaquil, se convirtió en el epicentro de la solidaridad el lunes 3 de junio. Familiares de los presos, principalmente mujeres, llegaron al centro penitenciario con donaciones desesperadas: latas de atún y fundas de arroz que habían conseguido en las iglesias de sus barrios.
Una de las mujeres, a quien llamaremos Carmita para proteger su identidad, llevó consigo 28 latas de atún para sus hijos encarcelados. Sin embargo, la magnitud de la crisis va más allá de lo que estas donaciones pueden cubrir. A pesar de los esfuerzos del Comité de Familiares por Justicia en Cárceles y el apoyo del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), que lograron recolectar 627 latas de atún, esta autogestión se queda corta ante la abrumadora cantidad de internos.
El hacinamiento en las cárceles de la ciudad ha alcanzado niveles alarmantes, con una ocupación que pasó del 25% a fines de 2023 al 30% en el primer cuatrimestre de 2024. La falta de servicio de alimentación industrial desde el 1 de junio, luego de que la empresa Lafattoria desistiera debido a deudas estatales por USD 30 millones, ha empeorado aún más la situación.
La desesperación de las familias se ha convertido en acción. A través de grupos de WhatsApp, se organizaron para donar alimentos no perecederos, mientras que una marcha de protesta desde la Corte de Justicia hasta la Gobernación de Guayas marcó el inicio de sus esfuerzos por exigir una solución a esta crisis humanitaria en las cárceles de Guayaquil.
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