La votación clave para autorizar el enjuiciamiento de la vicepresidenta Verónica Abad ha delineado claramente los límites de la bancada de ADN, la agrupación política del presidente Daniel Noboa, en la Asamblea Nacional.
Con 41 legisladores, aunque dos de ellos son considerados volátiles, ADN ha mostrado su necesidad de buscar alianzas estratégicas para garantizar gobernabilidad. Los nueve legisladores independientes, aunque potenciales aliados, son impredecibles en sus decisiones, complicando aún más el panorama para el oficialismo.
La relación con el Partido Social Cristiano (PSC) se ha deteriorado, reflejándose en votaciones y comunicaciones disonantes. Antes aliados, ahora las diferencias son palpables, especialmente en temas cruciales como la sesión sobre la vicepresidenta Abad, que ADN consideraba reservada sin serlo.
Mientras tanto, el PSC ha incrementado su número de asambleístas de 16 a 19, con la posibilidad de sumar una más, consolidándose como una fuerza independiente y contraria al oficialismo. En paralelo, Construye, liderado por María Paula Romo, ha emergido como una oposición firme con 16 representantes, intensificando el conflicto político con Noboa y su administración.
La tensión entre ADN y la Revolución Ciudadana (RC), con sus 46 votos, bloquea cualquier iniciativa del Ejecutivo que no cuente con un amplio consenso parlamentario. Para enmiendas, vetos o el levantamiento de la inmunidad de la vicepresidenta, se requiere un mínimo de 92 votos, una cifra inalcanzable sin el apoyo de RC.
En este complejo panorama, Pachakutik tampoco se alinea con ADN, contribuyendo a un escenario político fragmentado y desafiante para la estabilidad legislativa y gubernamental.
Con la vista puesta en las elecciones de 2025, el oficialismo enfrenta el desafío de negociar alianzas pragmáticas para asegurar el respaldo necesario en la Asamblea Nacional.
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