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‘LOS NIÑOS EN ECUADOR SUEÑAN CON SER CAPOS’: ¿QUÉ HICIMOS MAL COMO SOCIEDAD Y CÓMO REMEDIARLO?

“Nuestros niños ahora sueñan con ser capos de la mafia y ya no astronautas”. Esa fue la tajante revelación de Alegría Crespo, ministra de Educación, en su ponencia en el foro organizado por EL UNIVERSO el pasado 17 de julio. Los llamados antivalores han ganado terreno, prosiguió la funcionaria. Esta declaración causó gran debate en redes sociales, donde se buscaban culpables: los padres, el sistema educativo, los medios de comunicación, las plataformas de streaming y el Gobierno.

Roberto Beltrán, director ejecutivo de la Fundación para el Desarrollo Empresarial y Social (Fedes) y profesor de Gestión de Conflictos de la UTPL, reflexiona que todos somos culpables de que la narcocultura se esté apoderando de la niñez ecuatoriana. Afirma que el crimen está organizado, pero la sociedad está desorganizada. La estructura de una banda delictiva está “muy bien pensada” y sabe cómo llegar a diferentes públicos, comprar jueces y autoridades, y especialmente, cómo apartar a la sociedad civil de esa estructura.

En esta apropiación de la sociedad, las bandas han encontrado que los niños, fascinados por el dinero y el poder que existe en la narcocultura, son un público fácil de fidelizar. Esta fascinación llega no solo por noticias, sino también por canciones, películas y series que presentan a los capos de la mafia como ‘héroes’. Los niños son para las bandas un público fácil de mantener, con la venta de camisetas, agendas, pulseras y tours relacionados con narcotraficantes.

Wilson Goyes, director de la Escuela de Riesgos de Desastres de la UIDE, señala que cada vez hay más familias rotas o disfuncionales en el país, lo que deja a los niños a la deriva. Aún más grave es que algunas familias celebran cuando un adolescente trae dinero a casa sin cuestionar su origen, o prefieren que los chicos delincan porque aportan económicamente. Además, los niños y adolescentes son convenientes para las bandas, ya que no son juzgados como adultos y al cumplir la mayoría de edad, su récord queda limpio.

Roberto Santamaría, jefe de la Policía del distrito Nueva Prosperina, hizo un llamado a la Asamblea Nacional para cambiar las leyes que permiten que los menores utilizados por bandas criminales queden impunes al alcanzar la mayoría de edad.

Beltrán sugiere que la solución debe comenzar con un diagnóstico exhaustivo, aunque doloroso, de la situación actual. Según el Ministerio de Inclusión Económica y Social, hay más de 400.000 niños en condición de vulnerabilidad, pero no se sabe cuántos ya pertenecen a bandas criminales. Es crucial trabajar con las familias, detectar sus problemas y entender que la pobreza extrema, la desnutrición crónica, el desempleo, la falta de oportunidades y la migración también afectan a los niños.

Alegría Crespo afirma que el Gobierno está realizando esfuerzos para cambiar esta realidad, pero los expertos señalan que también debe convocar a la sociedad civil, ya que no es un problema con solución a corto plazo.

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