La esperada serie de streaming ‘Betty la fea: La historia continúa’, que pretendía revivir la trama de la célebre telenovela colombiana ‘Yo soy Betty, la fea’, ha llegado a su fin tras la emisión de 10 episodios. Sin embargo, el resultado ha sido desastroso, dejando a muchos fans decepcionados.
El desafío de continuar una historia tan emblemática como la de Betty la fea era inmenso. Dos décadas después de su final original, la telenovela seguía siendo un fenómeno cultural, compartido y comentado en redes sociales. No obstante, reducir su secuela a 10 episodios parecía ser una apuesta arriesgada para un contenido que demandaba más desarrollo.
Pero la verdadera debilidad de ‘Betty la fea: La historia continúa’ no radica en su duración, sino en la falta de coherencia. La serie presenta personajes y tramas desdibujadas, forzadas y, en muchos casos, absurdas. Lo que alguna vez fue un emporio de la moda ahora parece una caricatura que recuerda más a una comedia absurda que al mundo de alta costura.
El guion, sin duda, es el mayor fallo. Lejos de mantener la esencia que hizo famosa a la telenovela original, esta secuela ha traicionado sus propios principios. Los personajes, que deberían haber mostrado algún tipo de evolución en 20 años, permanecen estancados, repitiendo los mismos errores y sin mostrar un crecimiento real.
Por ejemplo, es ilógico que Armando Mendoza siga siendo el causante de la ruina financiera de Ecomoda, o que Marcela Valencia continúe amargada y atrapada en una empresa que claramente ya no le conviene. Estos elementos son antinaturales, restando credibilidad y profundidad a la trama.
El componente nostálgico, aunque fuerte, no es suficiente para salvar esta producción. Si bien es agradable ver nuevamente a personajes queridos como Freddy, Hugo Lombardi o Don Hermés con sus icónicas frases, la magia no se repite. La original ‘Yo soy Betty, la fea’ cerró con un arco de personajes completo, donde Beatriz Pinzón Solano y los demás evolucionaron significativamente. Retroceder en esta secuela, al punto de hacer que Betty vuelva a ser “fea”, es un golpe directo al corazón de la narrativa original y a la moraleja que transmitió.
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