El movimiento correísta enfrenta uno de los momentos más difíciles desde su creación, afectado por varios golpes políticos que han minado su influencia en el país. A pesar de que el gobierno de Daniel Noboa sigue lidiando con sus propios desafíos, la imagen del correísmo ha sufrido daños significativos, independiente de la coyuntura actual.
Uno de los golpes más fuertes ha sido el juicio contra Carlos Pólit, excontralor del Estado, quien enfrenta graves acusaciones de corrupción. Este proceso judicial ha puesto en el ojo del huracán a figuras clave del movimiento, vinculando aún más al correísmo con casos de corrupción que durante años han intentado mitigar. A esto se suman las recientes sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos a los exmandatarios Rafael Correa y Jorge Glas, por presuntos actos de corrupción que involucran sobornos y malos manejos de fondos públicos.
Estas situaciones han generado un duro revés en la aceptación de Luisa González, quien aspira a liderar al país bajo el manto del correísmo en las próximas elecciones. A pesar de los esfuerzos por distanciar su imagen de las figuras controversiales de su movimiento, las encuestas muestran que su popularidad no despega. De hecho, González enfrenta los peores números en la historia del correísmo, desde que en 2008 el partido comenzó a liderar las preferencias electorales con contundencia.
Por primera vez en más de una década, el correísmo no lidera las encuestas, lo que marca un punto de inflexión para el futuro del movimiento. Analistas señalan que, aunque el gobierno de Noboa enfrenta críticas y problemas internos, el desgaste del correísmo por los casos de corrupción es mucho más profundo. La percepción pública parece inclinarse hacia nuevos liderazgos que ofrezcan un cambio en la política nacional, alejándose del legado que Correa y su equipo construyeron durante años.
El panorama electoral es incierto para el correísmo, que, por primera vez, no cuenta con la confianza del electorado como lo hizo en el pasado. Con la sombra de los juicios y sanciones internacionales, las posibilidades de una recuperación parecen cada vez más remotas, mientras otras fuerzas políticas capitalizan el desencanto ciudadano para consolidarse de cara a las próximas elecciones.