El candidato presidencial del Partido Social Cristiano (PSC), Henry Kronfle, obtuvo apenas el 0,70 % de los votos con el 92 % de las actas escrutadas, marcando el peor desempeño electoral de su partido en la historia democrática del Ecuador. Kronfle, expresidente de la Asamblea Nacional, quedó relegado al quinto lugar con solo 67.067 votos, muy lejos de los dos principales contendientes, Daniel Noboa (44,31 %) y Luisa González (43,83 %), quienes disputarán la segunda vuelta electoral.
El PSC, que en décadas pasadas fue una de las principales fuerzas políticas del país, sufrió un desplome significativo en estas elecciones. Durante años, el partido apostó por alianzas con otros movimientos en lugar de presentar candidatos propios, una estrategia que, en esta ocasión, no logró dar frutos. El fracaso de Kronfle evidencia la pérdida de influencia del socialcristianismo, especialmente en la Costa, su principal bastión histórico.
Según el politólogo César Montúfar, el declive del PSC se aceleró tras la derrota en la Alcaldía de Guayaquil en 2023, una plaza clave para la agrupación. “El socialcristianismo dejó de ser una opción viable para los votantes cuando perdió su control sobre Guayaquil, una ciudad que fue su fortaleza política por décadas”, señaló Montúfar. Por su parte, la analista Tatiana Quinga atribuye la crisis del PSC a su estructura rígida y centralizada en líderes históricos, lo que ha impedido la renovación de su dirigencia y la consolidación de nuevos cuadros políticos.
La candidatura de Kronfle, en lugar de revitalizar al partido, terminó por reflejar su fragilidad. Con una Asamblea en la que tendrá escasa representación, el PSC enfrenta un panorama incierto. Mientras Noboa y el correísmo emergen como los principales actores políticos del país, el espacio para los socialcristianos parece reducirse drásticamente.
Para muchos observadores, estos resultados podrían marcar el fin de un ciclo que comenzó en los años 80 con la llegada al poder de León Febres-Cordero y que, después de varias décadas de protagonismo en la política ecuatoriana, parece haber llegado a su ocaso.
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