El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, reafirmó su compromiso con las políticas de mano dura contra la delincuencia, destacando que en su país los delitos se resuelven en menos de 24 horas y que los responsables no quedan en libertad a los tres días, como solía ocurrir. Estas declaraciones surgieron luego de la captura de un hombre que fue grabado robando a una mujer en Ahuachapán.
A través de su cuenta en X (anteriormente Twitter), Bukele señaló que, aunque El Salvador es el país más seguro del hemisferio occidental, siempre habrá quienes intenten violar la ley. Sin embargo, destacó la efectividad de las fuerzas de seguridad, que, según él, logran resolver estos delitos rápidamente.
Bukele ha ganado notoriedad por su enfoque severo contra las pandillas y el crimen organizado, implementando políticas que, según él, garantizan que los criminales no queden libres pocos días después de su captura. Estas políticas incluyen el endurecimiento de penas, especialmente contra pandilleros, quienes ahora enfrentan condenas mínimas de 30 años de prisión.
Desde marzo de 2022, El Salvador ha estado bajo un estado de excepción, que ha ampliado las facultades del gobierno para combatir la criminalidad. Esta medida permite extender la prisión preventiva de 72 horas a 15 días, facilita las escuchas telefónicas y restringe ciertos derechos fundamentales, como la libertad de reunión y la defensa legal. Estas reformas, aprobadas por el gobierno de Bukele, han sido justificadas como una respuesta a un pico de violencia que dejó 87 personas muertas en un solo fin de semana, provocado por la pandilla Mara Salvatrucha (MS-13).
Desde la implementación del estado de excepción, las cifras oficiales muestran una reducción significativa de la violencia. En 2022, El Salvador registró 495 homicidios, una cifra muy inferior a los más de 6.600 asesinatos que se reportaron hace menos de una década. En 2023, las autoridades esperan que las cifras se reduzcan aún más, estimando alrededor de 200 homicidios, lo que posicionaría al país con una tasa de homicidios comparable a la de algunos países europeos.
No obstante, aunque agosto de 2024 cerró con 18 asesinatos a nivel nacional, convirtiéndose en el mes con más homicidios del año, el panorama general muestra una tendencia descendente en la criminalidad.
El éxito de las políticas de Bukele ha captado la atención de otros países latinoamericanos, donde sectores de la oposición han pedido medidas similares. En Colombia, Chile y Argentina, políticos han usado el enfoque de Bukele como referencia para criticar la falta de acción de sus gobiernos en temas de seguridad.
Además, videos que muestran las operaciones policiales en El Salvador y la inauguración de una mega prisión con capacidad para 40.000 delincuentes circulan ampliamente en redes sociales, reforzando la popularidad de Bukele. Las imágenes de pandilleros alineados en el suelo, semidesnudos y tatuados, simbolizan la dureza de su gobierno frente a las organizaciones criminales.
A pesar de su éxito, replicar las políticas de Bukele en otros países presenta desafíos. El Salvador tiene un panorama criminal único, con la hegemonía de tres bandas principales: la Mara Salvatrucha y dos facciones del Barrio 18. Este control territorial ha permitido al gobierno actuar de manera más efectiva, un factor que no se presenta de igual forma en otras naciones con estructuras criminales más fragmentadas.
Además, la capacidad de El Salvador para encarcelar a decenas de miles de pandilleros ha sido clave. En los últimos años, el país ha construido una base de datos detallada de los miembros de pandillas, lo que ha facilitado las detenciones masivas. Esta preparación, combinada con la construcción de una mega prisión, ha permitido a Bukele mantener el control sobre la población carcelaria, que ha alcanzado niveles sin precedentes: uno de cada 50 ciudadanos está tras las rejas.
Las políticas de Bukele han generado un impacto profundo en la criminalidad en El Salvador, con una notable reducción de la violencia y un alto nivel de apoyo popular. Sin embargo, la replicabilidad de su modelo en otros países de la región enfrenta limitaciones prácticas debido a diferencias en el panorama criminal y en la capacidad institucional. A pesar de esto, el enfoque de mano dura del mandatario salvadoreño sigue siendo un punto de referencia en el debate sobre la seguridad en América Latina.
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