Los prehistóricos cocodrilos de la Costa y los territoriales monos aulladores no son las únicas especies emblemáticas de Guayaquil. La ciudad también atesora más de 120 especies de aves registradas, que, lamentablemente, son apreciadas principalmente por turistas extranjeros.
Una de estas fascinantes especies es la pequeña Tangara Azuleja, un pájaro que deslumbra por sus tonos celestes y blancos, como la bandera guayaquileña, y que bien podría ser llamada el ave símbolo de la ciudad. Se posa en los árboles del Malecón 2000 y deambula en los cables del alumbrado eléctrico.
Jaime Arellano, experto en aviturismo, ha dedicado gran parte de su vida profesional a mostrar el reino desconocido de las aves en la ciudad. Organiza tours por lugares icónicos como el Malecón 2000 o Cerro Blanco con el fin de avistar estas especies.
Muchas de las maravillosas aves del Malecón son desconocidas y pasan desapercibidas entre el bullicio de los juegos mecánicos y el tumulto de los negocios. Entre ellas se encuentra el Clarinero Colilarga, que a veces se confunde con un cuervo y busca comida entre los restaurantes.
Arellano critica que el aviturismo haya sido olvidado y minimizado por las autoridades locales, quienes no incluyen en sus planes de promoción turística toda la riqueza de estas especies disponibles en la ciudad.
Además del Malecón, Guayaquil ofrece otros espacios privilegiados para observar aves, como el malecón del Salado, donde se pueden ver garzas como la garza blanca de pico negro y la garza Espátula rosada. En una ciudad de pocas áreas verdes y donde el asfalto y cemento predominan, es casi impensable que aves tan singulares aniden en Guayaquil y la hayan convertido en su hogar.
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