Haití se encuentra al borde del colapso mientras las bandas armadas, la violencia y los saqueos asolan la nación caribeña de 11 millones de habitantes. La escasez de alimentos y medicinas ha hecho que la vida cotidiana sea extremadamente difícil. Además, la renuncia del Primer Ministro Ariel Henry ha sumido al país aún más en el caos.
Los líderes de las pandillas más poderosas del país han intensificado sus presiones para que el presidente también renuncie. En un reciente acto de violencia, criminales incendiaron una comisaría de policía cerca del aeropuerto, lo que obligó a suspender todos los vuelos. El principal puerto marítimo de Puerto Príncipe, la capital, también fue blanco de acciones vandálicas, con miembros de pandillas irrumpiendo en la terminal, saqueando contenedores y dañando los equipos de seguridad, lo que llevó al puerto a suspender sus operaciones indefinidamente.
La situación humanitaria es desesperada, con escasez de alimentos, agua y suministros médicos en la capital. Los saqueos se han extendido a supermercados y pequeñas empresas, exacerbando la crisis.
Según informes de la ONU, más de 15.000 haitianos se vieron obligados a abandonar sus hogares la semana pasada debido a la violencia de las pandillas. Esto se suma a las aproximadamente 300.000 personas, más de la mitad de ellas niños, que ya estaban desplazadas internamente debido a la violencia en el país.
La comunidad internacional sigue observando con preocupación la situación en Haití, instando a una rápida acción para restaurar el orden y la estabilidad en la nación caribeña.
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